Rituales de una separación: Alegría independiente
- Myr Coh
- 26 jul 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 ago 2023
Recuerdo un retiro que di en la Isla del Delta, éramos 12 mujeres practicando tai chi, caminando, compartiendo historias, cantando, cocinando.
Las doce se habían encontrado en la estación fluvial del Tigre para tomar la lancha que, al cabo de dos horas, las iba a dejar en la cabaña de la segunda sección, donde las estaba esperando. Ví llegar la lancha despacito hasta que paró en el muelle. Las mujeres fueron bajando, riendo, felices, parecían un grupo de amigas de entre 20 y 60, pero recién se habían conocido en la estación. Bajaron todos los bolsos y un cajón. Me reí y les dije: “¿Así que vienen a un retiro con un cajón de vinos? ¿Cómo pudieron conocerse y comprarlo tan rápidamente? Todas seguimos riendo y fuimos llevando las cosas a la casa. Un buen comienzo que se convirtió en un conmovedor retiro.
Una de las mujeres, María, de 52 años, acababa de separarse de Juan, con quien había estado en pareja durante 30 años. No habían tenido hijxs. María era Directora de una escuela primaria y su elección de vida había sido maternar a muchos niñxs que pasaron por su institución. Era una gran madre. Ahora Juan había tomado la decisión de separarse. Para María fue algo sorpresivo, no lo había visto venir. Juan era no sólo su compañero sino que ella lo sentía como un brazo de su cuerpo. La vida venía con Juan incluído.
Quien toma la decisión de una separación por lo general viene pensándolo, sintiéndolo desde hace tiempo y, al comunicarlo a su pareja, ésta comienza recién ahi su proceso, con lo cual están en tiempos diferentes y hace falta un trabajo para comprender por dónde anda el otrx.
María estaba primero aterrada, decía: Tengo 52 años, pasé casi toda mi vida adulta con este hombre, no tuve hijxs y ahora me quedo sola, no tengo nada”. Su terror se fue convirtiendo en tristeza y más adelante en la decisión de ir cerrando ella misma todo un ciclo vital para dejar venir una nueva etapa. El retiro fue un cobijo en medio de esas dos vidas.
La mañana que salió para el Delta, María cerró la puerta de su casa para no volver. El día anterior había terminado la mudanza. Llevó todas sus cosas al departamento que le había dejado su mamá, donde se instalaría provisoriamente. Al salir de la casa que había sido su hogar durante 30 años, vio el jazmín chino florecido, sintió el aroma y la tristeza de saber que ya no volvería a su jardín ni a su hogar.
Lo primero que nos contó fue que venía al retiro de mujeres con la intención de juntar fuerzas para ir luego directo a instalarse a su nuevo hogar. “Me llevé de mi casa el aroma del jazmín, que creí nunca más volvería a sentir! ” Pero al llegar al Retiro, para su sorpresa la recibió el grupo de mujeres y un jazmín chino enorme que ocupaba todo el frente de la casa isleña. El mismo aroma que creía perdido estaba ahí, floreciendo nuevamente.
Practicamos tai chi todas las mañanas junto al jazmín. Cultivamos la raíz, el tan tien, en la zona donde nos originamos, donde estaba el cordón umbilical, detrás del ombligo. Para los taoístas allí se concentra la fuerza de vida.
Al tercer día de retiro, estábamos caminando en plena selva isleña y María con una sonrisa me dijo: “De pronto siento un fuerza enorme en el vientre, como si estuviese embarazada, cosa que nunca estuve…es algo así como una felicidad independiente”
Tiempo después, María viajaría por muchos lugares del mundo para compartir los textos que siempre había escrito en su diario. Al volver de uno de esos encuentros me escribió: “Pensé que mi vida se acababa con la separación. En un día me había quedado sin pareja y sin hijxs, sin afectos. Pero la vida siempre es más creativa, te sorprende. Acabo de volver de un Festival de Mujeres en la India, todas artistas, poetas, escritoras, músicas…es increíble la infinidad de caminos posibles que tenemos cuando nos encontramos, cuando confiamos en nuestros dones. Agradezco a la vida haberme separado y haber descubierto esta posibilidad de expresarme en comunidad. Agradezco ese retiro que devolvió mi felicidad independiente.”
Al leer su mensaje, escribí en mi diario: “Seguir el propio camino en unión con la naturaleza, más que el que deberíamos seguir según el surco cultural, es una tarea compleja para las mujeres. Un camino de descubrimiento, de observación. Una revolución.”
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