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RITUALES DE UNA SEPARACIÓN: SILENCIO PREVIO Y " DECISIÓN"

  • Foto del escritor: Myr Coh
    Myr Coh
  • 24 abr 2023
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 25 abr 2023




Muchas veces atiendo en mis consultas a personas que están en una relación y son informadas “sin previo aviso” por su pareja de que ésta se quiere separar. No se lo esperaban, no la vieron venir:


“Estábamos por mudarnos a una casa más grande para que lxs chicxs tuvieran cada unx su cuarto y se viene de pronto con que se quiere separar”, me dice Cristian, sin parar de llorar.

Escucho a menudo situaciones parecidas: Unx de los dos sorprende al otrx con la decisión de separarse. Le dice, de repente y todo junto, que “hace mucho” viene sintiendo el estancamiento, la necesidad de un cambio y que un día se miró al espejo y supo que la cosa no daba para más. Pero la otra persona está en un momento muy diferente, estaba proyectando, estaba tratando de que funcionara el vínculo y la posibilidad de separarse le cayó como baldazo de agua fría. Entonces, el dolor de Cristian se traduce en palabras como traición, deslealtad, desconfianza, mentiras. Como.si su pareja hubiera guardado un secreto durante meses o años.


Una pregunta posible es: quien "decide” separarse ¿está tomando realmente una decisión? ¿ O está expresando por fin lo que viene sintiendo desde hace tiempo y a lo que no había podido ponerle hasta ahora un nombre?


Pablo me dijo que era el amor de su vida, nos vinimos a vivir al mar, me prometió que tendríamos acá cabañas, hijxs y proyectos juntxs, ¿y ahora resulta que se quiere separar desde hace un año y yo ni enterada? Me siento traicionada, ¡las promesas no se rompen así!”

Laura no dice que Pablo la traicionó, sino que “se siente traicionada” y eso cambia mucho las cosas. Las emociones son siempre verdaderas. Te podés sentir traicionada aunque la otra persona no te haya traicionado. Pablo parece haber sido fiel a sí mismo y a su deseo o necesidad de seguir un camino solo.


De pronto se dio cuenta de que los mates eran compartidos en un silencio gélido, que no sonreía hace mucho tiempo ni le contaba a Laura algo que lo entusiasmaba. Se sentía lejos durmiendo en la misma cama, vivía la sexualidad como un peso enorme, como una obligación.


No sentirse a gusto con la persona con quien compartimos la casa, la cama, lxs hijxs, los proyectos, los viajes se puede llegar a vivir con una mezcla de emociones antagónicas: culpa por no poder sentir más lo que se sentía antes, dolor, temor a la pérdida de la vida conocida, temor a lo que vendrá. Y del otro lado, enojo porque la otra persona ya no me ama, sensación de traición, abandono, deslealtad ante su retirada, sensación de que se destruyó la pareja, la familia.


Todas estas emociones suelen aparecer al mismo tiempo, lo cual hace que, en el proceso de la separación, estemos en algún momento en el ojo del tsunami, sin darnos cuenta cómo salir de ahí.


Saber que la persona con la que compartiste años de vida ya no puede seguir con unx es desolador, pero también es un momento único, como un parto que duele y da vida. Si bien la sensación de fracaso o error suelen estar presentes en esta etapa, separarse es más bien un cambio que se presenta para salir del estancamiento y recuperar la vitalidad.


El silencio es casi siempre el primer ritual del proceso de separación, un momento íntimo donde no sabemos bien qué estamos sintiendo.


¿Qué es lo que se pierde al separarnos? ¿Es la otra persona, su amor, la vida cotidiana, la tranquilidad de sabernos acompañadxs? ¿Es el temor a estar solxs? ¿Soy yo misma la que me separo de lo que fui? ¿Se puede perder el amor? ¿Es un ciclo vital el que se cierra con la separación? ¿Es algo que ya cumplió su función y aprendizaje y deja lugar a un nuevo ciclo, más acorde a lo que vamos viviendo?


Cuando el ser amado ya no me ama, o al menos no como para seguir en pareja, ¿está traicionando las promesas que me hizo? ¿Qué es una promesa de amor? ¿Es posible cumplirla? ¿A qué costo? ¿Cómo darle derecho a existir tanto a mi dolor cómo a lo que siente mi pareja cuando ya no desea que sigamos juntxs? ¿Es posible forzar a otra persona a seguir en pareja con quien ya no puede o no desea estar?


Una de las cosas que ayudan es no intentar salir a la fuerza de la transición. Primero porque inexorablemente tendremos que andar por un tiempo a tientas, con gran tensión, sin saber para dónde ir. Segundo porque cuanto más fuerza hagamos para tratar de volver al mundo conocido, más dolorosa será la separación.


La pareja fue concebida durante siglos “para toda la vida”. Y en esa duración no estaban contempladas las mutaciones cíclicas de la existencia. Pensemos que, hasta hace unas décadas nomás, no existía el divorcio vincular en nuestro país. Y cuando por fin salió la ley sólo se podía pedir el divorcio culpando al otrx de alguna de las causales previstas - adulterio, injurias graves, abandono de hogar- lo que llamábamos “divorcio controvertido” o “pedir el divorcio por presentación conjunta”, y tener que explicarle al juez cuáles eran las causas que hacían imposible la vida en común.


Con la reforma del Código Civil del año 2014, se produjo un cambio total de paradigma en relación a la concepción del matrimonio y la pareja: Uno de esos cambios es que actualmente se considera un derecho humano esencial y personal elegir si seguir o no casadx o en pareja con otra persona.


Hoy se puede pedir el divorcio unilateralmente y no hace falta explicarle al juez las causas por las que me quiero divorciar. Eso es algo íntimo.


La ley considera que una pareja se conforma de dos personas que desean tener un vínculo amoroso. Si una de las partes no desea más estar en unión, no hay más pareja.

Esto que el Código Civil refleja con tanta delicadeza está aún muy lejos de nuestra conciencia al momento de separarnos. Vivimos actualmente una etapa de transición y cambios en relación a la vida amorosa, y pareciera que todavía falta tiempo para terminar de incorporar la percepción de que estar en pareja no implica quedar obligadxs a amar.



 
 
 

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