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LAS MUJERES Y LOS DIAGNOSTICOS.-

  • Foto del escritor: Myr Coh
    Myr Coh
  • 17 abr 2024
  • 2 Min. de lectura

Hace varios meses que venimos trabajando con Natalia sus cambios cíclicos en encuentros semanales. En uno de ellos me cuenta:

“Cuando le dije, llorando, al ginecólogo que me angustio mucho antes del período me contestó, sin levantar la vista del papel en el que estaba escribiendo, que no me preocupara, que tenía una depresión, que me iba a recetar un antidepresivo y me iba a sentir mucho mejor. Salí con el papel en la mano, todavía llorando pero ahora porque, según el médico, estaba deprimida.”

Esta es una vivencia que hemos tenido muchas mujeres en la consulta médica. Cuando estamos angustiadas, tristes, preocupadas, enojadas, se nos diagnostica y medica enseguida, como si esas emociones fueran una patología, una falla y no la sana expresión de algo que nos sucede.

Lxs profesionales estamos entrenados para solucionar problemas específicos, saber qué tiene que hacer el paciente o consultante, aliviar síntomas, especializarnos en un área particular y hacer diagnósticos que permitan determinar qué protocolo seguir. Todo eso puede ser necesario pero, la mayoría de las veces lo más importante es escuchar, ya que no tenemos el saber, sólo un conocimiento que precisa completarse y actualizarse humildemente con lo que nos trae la persona que tenemos enfrente, que es la que sí sabe lo que sucede en su propia vida, en su propio cuerpo y energía.

Es preciso escuchar a la consultante con atención y respeto.

Es preciso que las mujeres escuchemos nuestro cuerpo y energía también con atención y respeto.

Si lloro en la consulta médica, quizá el profesional podría preguntarme qué me pasa, qué estoy sintiendo, cómo es mi familia, mi red de vínculos, con quien vivo, de qué trabajo, quién me está acompañando en estos tiempos, si camino, si salgo a la naturaleza, si hago ejercicio físico, qué como. De este modo tendrá la posibilidad de observar y darle derecho a existir al llanto, la angustia, el dolor de ovarios, el quiste en las mamas, la gastritis o lo que sea para contextualizarlos en la vida completa que tenemos y, desde allí, pensar junto con su paciente o consultante posibles caminos a seguir.

 
 
 

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