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La Paz del I Ching.


El I Ching es un libro milenario que llegó a mi vida junto con el tai chi y la astrología.

No sólo me resulta extrañamente familiar el I Ching sino su práctica, el tai chi, también desde hace 25 años.

Los movimientos suaves, lentos y circulares siguen los de la Tierra, las galaxias, la luna, los ciclos.

La energía o chi de la naturaleza mueve al cuerpo. Wei wu wei, hacer sin hacer, sin forzar.

Del cultivo de la serenidad volvemos a acompañar lo que sucede como cuando éramos bebés . La voluntad no interviene. No sé para dónde voy pero sigo. Seguir armoniosamente es el don del tai chi.

Si voy a subir, primero bajo. Si voy a ir para la izquierda, primero voy para la derecha. Si voy a expandirme, primero me contraigo. No hay yin sin yang ni yang sin ying, ni bueno sin malo, ni luz sin oscuridad, ni alto sin bajo.

La filosofía del libro milenario de los cambios observa el movimiento de la naturaleza. No tiene un Dios. Sus imágenes simbólicas son el cielo y la tierra, el fuego y el agua, el lago y la montaña, el viento y el trueno.

La mirada del I Ching, muestra cómo se mueve la energía en el Universo,a través de la relación entre Cielo y Tierra- yin-yang y los cinco elementos, asociados a las cinco estaciones del año, los órganos internos y las emociones. Fuego, Tierra, Metal, Agua, Madera colaboran entre sí para renovar el equilibrio pero también pueden combatirse. A través de 64 hexagramas, el I Ching muestra cómo la vitalidad se va perdiendo con el tiempo y cómo podemos, en forma práctica, renovarnos constantemente, permitiendo que las fuerzas colaboren, a tono con cada etapa y edad.

El I Ching dice que la mujer es yin por fuera ( es más pequeña físicamente) y yang por dentro y el varón yang por fuera ( es más grande físicamente) y yin por dentro.

Cada ser humano, sea el género que sea, tendrá una combinación diferente de estas dos energías que hará que le atraiga su opuesto para equilibrar la estructura energética.

Este conocimiento milenario incluye lo que sucede en función del equilibrio yin y yang. Nada queda excluido. Por eso es un camino de paz. Una paz que no es estática, algo a alcanzar sino parte de un movimiento donde equilbrio y desequilibrio se alternan cíclicamente. Escuchar y acompañar ese pulso cíclico es la medicina de la naturaleza de la que nos habla el I Ching.


 
 
 

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